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martes, 12 de julio de 2011

Si me paro a pensar


¿Qué somos sin los demás? Qué parte de lo que nos queda ha sido transformada por lo que ellos permutaron mediante gestos, daños y alegrías. A menudo la importancia de lo que nos hicieron, de lo que hicimos con ellos, por ellos, para ellos, sólo aparece cuando ya no están, cuando pensamos que no van a volver. Un amante perdido, un amigo enfadado, un extraño que ha decidido acordarse de nosotros, todos ellos configuran un atlas lleno de geografías extrañas e incontrolables.

lunes, 9 de mayo de 2011

Respecto a ti




















He tomado una decisión respecto a ti, respecto a nosotros. Tú no vas a quererme nunca, bueno, eso es inexacto. No vas a quererme tanto como para hacer que todo cambie, no te compensa. Así que he decidido no pensarte, desconectar el cable que me tiene permanentemente enchufada a tu cuerpo, a tus manos, a tu saliva. Tengo que dejar de pensar que un día va a suceder algo extraordinario, algo que cambie el rumbo de las cosas, que provoque un escándalo, porque, ya no debo engañarme más, esto es una historia tan mediocre como otras tantas y yo soy, simplemente, una tonta enganchada a alguien que no va a procurarme más que continuo dolor. Qué vulgar que soy, ni siquiera en una historia de esta índole soy capaz de hacer que las cosas sean especiales.

viernes, 15 de abril de 2011

El principio


Tarde de domingo tedioso y una mesa de mármol blanco en el “Café de Belén”. Mi imagen oscurecida y empequeñecida por la esfera negra se muestra distinta, bonita. Porque lo que de verdad me enganchó fue la imagen de mi misma en los ojos de Alfredo, como un latigazo de narcisismo irreconocible. Para mí el tiempo se ha detenido, para él simplemente parece haberse ralentizado un poco, atrapado por esta nueva curiosidad hacia otro ser humano. Después, la risa en la boca masculina, y la pérdida de la visión de espejo al cerrar él los ojos. Desperté confundida, como si acabase de salir de un trance hipnótico. Miré a mi alrededor intentando encontrar una excusa creíble para justificar ese repentino ensimismamiento, pero él parece no querer ninguna explicación, al contrario. Tardo un momento en notar que me ha cogido la mano y, todavía sonriendo, me dice vayámonos de aquí, Elvira. Estela, le corrijo. Pues eso Estela, vayámonos de aquí.